Si el pasado año la firma de moda baño Guillermina Baeza proponía un ejercicio de reconexión con el planeta que habitamos con su colección “Safari Journey”, este año, la firma liderada por Belén Larruy se decanta por la alegría de vivir con “Santa Monica”, la colección beachwear de cara a la temporada Primavera/Verano 2024 con la que ha desfilado en la reciente edición de la 080 Barcelona Fashion, y que apuesta firmemente por la calidad de los tejidos, la sostenibilidad tanto ambiental como social y la diversidad de los cuerpos.
Así, inspirada por la alegría de vivir que trasmite la ciudad costera americana, con su mentalidad abierta y pacifista, plena de vibraciones positivas y de una alegría contagiosa, esta colección rinde homenaje igualmente a los maravillosos años 90 y la campaña que, en 1994, la propia firma catalana llevo a cabo en California con la malograda modelo Tatjana Patitz.
Sea como fuere, una colección amplia y muy femenina la que hemos visto en la pasarela barcelonesa. Original, diversa y exquisita en lo creativo, evolutiva en lo que a patronaje y diseño se refiere y evolucionada en las formas, que rinden culto a una mujer empoderada, libre y sensual. Escotes en “V”, cortes asimétricos unos, estratégicos otros, dobles tirantes y un sinfín de recursos estilísticos se ponen al servicio de la mujer, a la que embellece sumando detalles y apliques dorados o gracias a tejidos en los que prima el lurex, los brillos, los destellos metalizados y hasta los terciopelos para enfatizar la belleza y la sensualidad femenina.
Unos tejidos, de alta calidad que respetan el entorno y ponen de relieve el compromiso de la marca con la sostenibilidad y los procesos productivos de “km0”, garantizando una durabilidad y un confort que ahondan con paso firme en aquello que promueve la versión de la moda más alejada del fast fashion.
En lo cromático, tonos que reflejan la sensación de amplitud y libertad de esa Santa Monica que da nombre a la colección y en la que los tonos marrones, en diferentes intensidades y plenitudes, se alternan con naranjas vitalistas, rosas vibrantes o limas, sin perder de vista verdes intensos, aguamarinas, grises y malvas, en toda su profundidad, casi siempre en bloque de color, salpicado por algún estampado de origen animal, rayado minimalista o simulando un tye die con los que se rinde homenaje a la esencia hippie de la costa californiana. En definitiva, una colección redonda que rebosa positividad y respira alegría, como la que nos produce, cada edición, ver a Guillermina Baeza, saludando al final de cada desfile. ¡Enhorabuena!
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