La historia de este establecimiento, ubicado en pleno centro de Cerdanyola del Vallès, una “ciudad dormitorio” anexa a Barcelona, es una de esas cronologías que ponen de manifiesto el concepto “resiliencia”, ese término que muchos aprendimos con la pandemia y que hace referencia al proceso de adaptarse, bien, a la adversidad, a las amenazas o a fuentes de tensión significativas. Pues sí, Mima´t Moda Íntima es un paradigma de ello. Pero también lo es de superar etapas, de aprender de todas ellas y de perseguir, que no forzar, los cambios para impulsar esa mejora. “Que de eso se trata, de que los cambios siempre sean a mejor…”, asegura Mireia Martínez, su propietaria, cuando me relata su trayectoria y su visión del negocio, pero, más que eso, cuando me habla de sus dos pasiones; la lencería y la atención al cliente.
“Empecé a trabajar en el sector para ayudar a un familiar que regentaba una “parada” de ropa interior en un mercadillo, puesto que tenía a la dependienta de baja” me asegura, para luego detallar que, esa ayuda puntual, al final fue de tres años. “Aprovechando la coyuntura y que las ventas eran buenas en aquella época, la propietaria del puesto decidió abrir una pequeña tienda en un local de su propiedad y me propuso llevarla yo”. Un año más tarde, de ese local pasa a otro dentro de unas galerías comerciales en el centro del municipio, uno de esos conceptos, precursores de los centros comerciales modernos que proliferaron en los núcleos urbanos ya desde el Siglo XIX y que aún en día, perduran en algunas ciudades. “Y luego llegó otro establecimiento… y la parada del mercadillo”. Resultado, que dos tiendas y un puesto ambulante se convirtieron en demasiado [trabajo y gastos] para la propietaria, quien decidió traspasarla el negocio. Corría el año 2004. “Viendo el tipo de público que pasaba por esas galerías, decidí cambiar el estilo y las marcas que hasta entonces vendíamos, e introduje marcas de un nivel más alto y dirigidas un público un poco más joven, moderno y dinámico”. Pasados ocho años, aprovecha una oportunidad y ubica su establecimiento “fuera, en la calle, en un local más grande y, sobre todo, más visible” asegura, para confirmar que ahí estuvo diez años más.
Hasta aquí, todo parecía rodado. Nada más lejos de la realidad, asegura. “He sobrevivido a varias crisis económicas y después, a una pandemia. He estado a punto de tirar la toalla en más de una ocasión, pero me encanta lo que hago y he luchado mucho por hacer prosperar mi negocio, con lo que decidí ponerle aún mayor dedicación y esfuerzo y seguir adelante”. Llega así una época de trabajar la comunicación, de aprovechar las oportunidades que ofrecen las redes sociales, de organizar desfiles, escaparates en vivo… “Todo por intentarme dar a conocer”. No será hasta este año 2022, superada ya la pandemia cuando, obligada por la no renovación de su contrato de alquiler, inauguró su nuevo establecimiento. Mas grande (más de 100 metros cuadrados), mejor ubicado (en calle peatonal) y con mayores posibilidades (tiene cuatro escaparates). “Al estar en una zona más céntrica, el tipo de cliente es más variado. Tengo de todas las edades y niveles socioeconómicos, por lo que trabajo con muchísimas marcas de distinto nivel para poder satisfacer a todo tipo de clientes”. Entre ellas, corsetería de Antigel, Rosa Faia o Passionata, pijamas de Barandi, Selmark o Massana, íntimo masculino de Calvin Klein, Punto Blanco y Janmen y moda baño de Xanadu Beach, Lidea o Red Point (en 2002 obtuvo el primer premio en el 2ª Concurso de Escaparates de Red Point), entras. Además, complementos de playa, zapatillas y mantas en invierno y prendas ready to wear versátiles de Janira. Además de su definida y bien surtida oferta de marcas, sus puntos fuertes pasan por el asesoramiento continuo y la atención personalizada, variables no fáciles de encontrar en las cadenas comerciales o en la venta online, que de momento no se plantea (si el habilitar un catálogo virtual en Business Whastapp) y en pensar siempre en su clienta tipo y en sus necesidades.
Amable, cercana, profesional y decidida, Mireia es el reflejo de su negocio, al que siempre está pensando mejorar. O adaptar. “Con el aumento de los costes (y de la vida en general) de este año, las marcas más económicas se han equiparado en precio a otras más caras, por ejemplo, en pijamas”, asegura, razón por la que el consumidor, llegado el caso, apuesta por la que ofrece una mayor calidad. “Me estoy planteando prescindir de algunas de estas marcas porque, al haber aumentado precios, no cumplen con la calidad para poder defender esa alza”. En relación con las marcas y en este contexto, reclama además ayudas por parte de las firmas. “Con la subida de precios y tras la pandemia, todas las casas comerciales han reducido su presupuesto y cada vez n os ofrecen menor ayudas. Menos escaparates, pocos elementos de PLV, han adoptado mínimos de compra más elevados en las repeticiones…”, además de afirmar que, pese al enfoque creciente que las marcas prestan a la sostenibilidad o al carácter “local” de las prendas, esta variable no es valorada por su cliente tipo; “si ven que conlleva un mayor precio, no les interesa”, asegura.
Consciente de la dura competencia que suponen las cadenas comerciales, enfocadas a un público con una menor necesidad de especialización y proclive a un producto que responde a precio, pero no a calidad, se abre la posibilidad de incluir nuevas marcas más dinámicas “y del momento, que nos proporcionen el acceso a un público más juvenil”. Para ello además es muy proactiva de las redes sociales, que considera indispensables hoy en día y que permiten un escaparate virtual 24/7 además de un medio con el que comunicarse y mantener informada a sus clientela, real o potencial. “Aunque den mucho trabajo, es una herramienta que nos ayuda a vender más y a conectar mejor”. En lo que no es tan proactiva, o partidaria, mejor dicho, es de adelantar los periodos de rebajas ni de las campañas promocionales como el Black Friday o similares puesto que “no disponemos del mismo margen”, si bien cree que medidas como esta no están teniendo ya el calado de otros años puesto que “el cliente se ha dado cuenta de que, en muchas ocasiones, es un engaño, y han entendido que el comercio al detalle no entre en estas iniciativas”. Y por su experiencia asegura, le ha funcionado; “Nos han comprado igual y hasta más convencidos, porque saben que están comprando producto nuevo y que por eso no le podemos hacer descuento”.
Lo dicho, pura resiliencia. Y saber hacer.








