En marzo de 2020, justo cuando la pandemia asomaba en nuestro país, una frase se elevó a la categoría de mantra vital, asegurando que ésta, “nos haría mejores personas”. Pasados más de tres años y superada ya, al fin, la crisis sanitaria que tanto sufrimos, la verdad es que no sabemos hasta qué punto nos ha convertido en mejores o peores seres, pero lo que sí que tenemos claro, desde el punto de vista de la moda, y también en lo que a lencería y moda íntima se refiere, es que nuestra manera de vestir ha cambiado.
En marzo de 2020, justo cuando la pandemia asomaba en nuestro país, una frase se elevó a la categoría de mantra vital, asegurando que ésta, “nos haría mejores personas”. Pasados más de tres años y superada ya, al fin, la crisis sanitaria que tanto sufrimos, la verdad es que no sabemos hasta qué punto nos ha convertido en mejores o peores seres, pero lo que sí que tenemos claro, desde el punto de vista de la moda, y también en lo que a lencería y moda íntima se refiere, es que nuestra manera de vestir ha cambiado.



El auge de tendencias como el “normcore”, el término acuñado por el colectivo artístico K-Hole para referirse a la anti-tendencia de vestir como si tuvieses prisa y cogieras lo primero que pillas del armario de tu hermano mayor, o la moda loungewear, que durante el proceso pandémico se consolidó en el ideario colectivo fashionista a la hora de abordar las largas jornadas de hogar, laborales o no, parece que están dejando paso a unas tendencias más sofisticadas que parecen, dan sentido a nuestra existencia a través de formas clásicas y patrones que, además de favorecer, ayudan a sujetar, estilizar o contener, según sea la necesidad.


En clave lencera, nosotros apostamos siempre por el encaje a sabiendas de que nunca pasa de moda. Sensual, romántico, sublime y más o menos intrincado, un encaje es al cajón de la lencería de toda mujer lo que el litlle black dress a la moda en general. Y así lo hemos visto en las principales pasarelas internacionales el pasado invierno, con casas como Elie Saab, Dior o Gucci vaticinando la irrupción de este tejido ornamental como tendencia mainstream esta temporada y reivindicando su lugar destacado en el ranking de elegancia máxima además de como símbolo de la feminidad extrema.



Pero todo en la moda evoluciona (o vuelve, según se mire), por lo que el negro, el blanco y el nude pasan a mejor vida esta primavera, en la que el color todo lo inunda, como si de una persecución de la felicidad a través del cromatismo se tratase y que denota la pasión, la energía y la vitalidad que se siente en esta época del año.
Las principales firmas lenceras nos muestran así el camino del color aplicado a tan noble tejido, en tonos que van del celeste de Chantelle, al verde césped de la casa suiza Calida, que lo aplica con maestría en su línea Natural Comfort Lace, pasando por el sunkissed coral, el término que utiliza Freya en su serie de lencería de encaje Viva para esta temporada estival o el rose mon amour de la marca francesa Simone Pérèle, que combina encaje y raso en una fórmula armónica y perfecta en su línea nightwear Satin Secrets.
Por su parte, el rosa más acido y vibrante que emplea Passionata supone una apuesta obsesiva por el color y denota eterna juventud, como el space blue (un azul Klein sin registrar) de la línea Mae de Hanro, que siempre emplea materiales nobles y de alta calidad y que aplicados en moda íntima siempre obtienen un resultado óptimo. En clave corsetera, el tono maquillaje sigue siendo aun así tendencia, como muestra la firma Skiny, que lo aplica en toda su esencia a conjuntos como este con bralette, que sienta a las mil maravillas y puedes llevar debajo de casi todo.



Hablar de encaje es hacerlo de lencería clásica, seductora, sensual, y ahí la quintaesencia es la casa francesa Aubade, que en su línea Flowermania lo apuesta al color rojo pasión, que, volviendo a las referencias lenceras, es mucho más que solo un color. También en rojo Lisca propone un ejercicio de estilo audaz y seductor, mientras la casa Rosa Faia lo salpica a sus prendas de capacidad como la línea de sujetadores Colette, pensadas para una mujer que además de confort y control, quiere verse guapa. Mientras, otras marcas como la alemana Mey, de corte más moderno y minimalista se identifican con el verde en toda su expresión natural (blue lagoon lo llaman ellos), o Impetus que hace del color su apuesta más sorprendente en materia de tendencias en lo que a su colección femenina se refiere.






